Estuche La prometida (pack digital) by Kiera Cass

Estuche La prometida (pack digital) by Kiera Cass

autor:Kiera Cass [Cass, Kiera]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ficción
ISBN: 9788419283351
editor: Roca Editorial de Libros
publicado: 2022-11-15T00:00:00+00:00


Etan le dio la mano a Scarlet y bajaron la escalinata de la entrada. Daba la impresión de que su silencio asustaba a su primo, que no dejaba de mirarme buscando apoyo. Yo no sabía qué más decirle; de momento, Scarlet era la que veía.

Las tres componíamos una muestra variada de cómo el duelo cambia a la gente. Lady Eastoffe seguía adelante con una perseverancia impresionante, Scarlet se encerraba en sí misma, y yo…, bueno, yo me tomaba cada día como venía, sin atreverme a hacer ningún plan que me llevara más allá.

Me quedé junto a la puerta del coche, y Scarlet me dio un último abrazo.

—Adiós, Hollis. Te echaré de menos.

—Yo también os echaré de menos. Escríbeme cada vez que puedas.

—¿Quieres que escriba aquí o al castillo?

Meneé la cabeza.

—No tengo ni idea.

—Avísame en cuanto lo sepas —respondió ella, con un suspiro.

Etan le tendió la mano, y ella la usó como apoyo para subir al coche que se la llevaría lejos de mí.

—No pareces muy convencida —observó Etan, en voz baja.

—No lo estoy. Preferiría que se quedaran.

—Es mejor para ellas estar con su familia.

—Yo soy su familia; soy una Eastoffe.

Él sonrió.

—Bueno, haría falta algo más que eso.

Habría querido rebatirle, pero lady Eastoffe apareció en la escalinata poniéndose un par de guantes que habían pertenecido a mi madre. No iba a estropear nuestros últimos momentos con una discusión. Etan se alejó y se subió a su caballo; probablemente a caballo podía vigilar mejor que si fuera dentro del coche.

—He echado un vistazo a nuestras habitaciones —dijo ella—, pero tampoco habíamos traído gran cosa, así que creo que no nos dejamos nada.

Ver que seguía siendo igual de concienzuda me hizo sonreír.

—Hay una última cosa —dije, girándome hacia ella.

No podía estar de acuerdo con nada de lo que hacía o decía Etan, pero lo cierto es que tenía razón al juzgar en cómo me veía Jameson. Quizá también tuviera razón en esto. Tiré del anillo para sacármelo del dedo.

—¡Oh, Hollis, no! No, insisto.

—Pertenece a vuestra familia. Debería llevarlo Scarlet.

—No, gracias —murmuró ella desde el coche.

Lady Eastoffe bajó la voz:

—No creo que quiera nada que la una a nuestro legado. Y no podemos culparla por ello. Decías que eras una Eastoffe —me recordó—. El anillo es tuyo.

—No lo sé.

—Bueno, entonces llévalo un tiempo. Si después sigues pensando que tienes que devolvérmelo, puedes venir a traérmelo a Isolte. ¿De acuerdo?

Sonreí, animada al pensar que la vería otra vez.

—De acuerdo.

—¿Cuándo te irás al castillo?

—Dentro de unas horas. Espero llegar a media tarde, cuando todos estén cenando. Cuanto menos llame la atención, mejor.

No quería ni imaginarme la recepción que me esperaba en Keresken.

—Quiero que sepas que… si, por algún motivo, el rey te ve y vuestros sentimientos se reavivan, no debes avergonzarte. Confía en mí; te lo digo como madre de Silas.

—Te lo agradezco mucho —dije, con un suspiro—, pero hace tiempo que sé que no quiero tener nada que ver con la corona. Y… Jameson…, no sé si realmente me quiso alguna vez. O si yo lo quise de verdad.



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